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Manuel ha pasado casi la mitad de su vida tras las rejas y se enfrenta a su excarcelación; no se sabe a ciencia cierta el crimen que cometió. De naturaleza osca y solitaria, su vida afuera sólo tiene sentido por la esperanza de acercarse a su única hija Ana, de la que le han negado toda información. Sin embargo, en su tránsito por Valparaíso conoce a Nico (18), un joven que se prostituye con hombres maduros, que lo acoge y ayuda en sus propósitos.